Posibles impactos de los objetivos de la
“Estrategia de la granja a la mesa”
Julio
Berbel. Universidad de Córdoba
Europa es una de
las regiones del mundo con mayor seguridad alimentaria, una cuarta parte de la
superficie terrestre de Europa está dedicada a cultivos herbáceos (en
comparación con un promedio mundial del 11%), y las densidades de ganado se
encuentran entre las más altas del mundo.
En octubre de
2019, la Comisión Europea recién elegida lanzó su estrategia “de la
granja a la mesa (F2F)” (European Commission 2020).
La Comisión ha planteado objetivos ambiciosos: a) 20% menos de fertilizantes;
b) 10% de la superficie agrícola dedicada a usos no productivos, c) reducción
de agroquímicos 50% en la protección de las plantas y d) aumento de la superficie
de agricultura ecológica desde el 8% actual hasta al 25% para 2030.
Lamentablemente,
no existe hasta la fecha una evaluación de impacto de las metas a pesar de que
la evaluación es un procedimiento estándar de la UE para la adopción de
políticas y normas.
La agricultura de
2030 será muy similar a la actual con mejoras derivadas del progreso
tecnológico que probablemente sean similares a las observadas históricamente en
la UE donde se viene produciendo una mejora tecnológica que supone un aumento
de la productividad de los factores un 1% anual acumulativo (Fuglie 2018).
Pero esta mejora de la eficiencia productiva no es suficiente en el plazo de 10
años que restan hasta 2030. Aunque no existe informes europeos, para evaluar el
impacto de la medida F2F podemos disponer del trabajo del Departamento de
Agricultura estadounidense que ha elaborado el primer estudio del impacto en la
UE y el comercio y seguridad alimentaria mundial (Beckman, Ivanic et al. 2020).
Comencemos a
evaluar, aunque de manera preliminar, los objetivos planteados por la Comisión y
su verosimilitud. En primer lugar, podemos analizar el objetivo de la reducción
de fertilizantes, en especial nitrogenados. Para ello podemos ver que el origen
de este objetivo está en el hecho de que la contaminación difusa por el exceso
de fertilizante, en especial nitrogenado, afecta a un 74% de las masas
superficiales de agua que superan el objetivo de 2.5 mg N/L, que evite la eutroficación
de los cursos de agua. Parte de este problema es debido a la fertilización de
cultivos y parte a la gestión de purines y estiércoles. Evidentemente, este es
un problema complejo que no se ha resuelto a pesar de la existencia de la
Directiva de Nitratos (1991) ni la Directiva Marco de Aguas (2000), y que se
pretende atajar ‘por las bravas’. Ha existido cierta mejora con una reducción
del nitrógeno bruto por hectárea de superficie agrícola (la diferencia entre nitrógeno
aplicado menos el nitrógeno exportado vía cosecha) que disminuyó un 10% entre
2004 y 2010 para la UE en su conjunto, si bien se ha estabilizado desde
entonces. Una evolución similar se ha observado en el indicador de eficiencia
de uso de nitrógeno (NUE) que después de mejorar desde 1960 hasta 2010, se
encuentra estabilizada desde 2010 alrededor del 60%. Gran parte de la mejora del
NUE y balance se debe a la reducción sustancial en la aplicación de global de nitrógeno
(escala UE) que ha reducido sustancialmente desde 1990 manteniendo o incluso
aumentando el rendimiento de las cosechas, de ahí la mejora en balance y NUE
(menos entradas y más salidas).
Es decir, la
Comisión Europea parece excesivamente optimista si pretende mejorar la
eficiencia en el uso de Nitrógeno por ejemplo hasta el 70% (conseguir la misma
producción con aproximadamente un 10% menos de fertilizantes) si tenemos en
cuenta que este indicador lleva estabilizado desde 2010 en torno al 60%, siendo
esta reducción de 10 puntos superior incluso a la mejora de eficiencia
conseguida en los últimos 30 años 1990-2020. Si esta mejora (poco creíble) se
consiguiera, la reducción de fertilizantes deseada de 20% se absorbería parcialmente
por la mejora de eficiencia, pero incluso con esta mejora técnica la caída de
rendimientos estaría entre un 5% y un 10% ya que la relación entre
fertilización y rendimientos es muy lineal
(Schulte-Uebbing and de Vries 2021).
El siguiente objetivo
pretende reducir el 10% de la superficie agrícola dedicada a usos productivos.
El comportamiento racional de los agricultores sería que cada uno de ellos abandonaría
las peores tierras, y al existir un rendimiento marginal decreciente esto
supondría un impacto de la producción que podríamos estimar en un 5% de la
producción agrícola.
El impacto del
tercer objetivo (reducción de un 50% de uso de agroquímicos) en producción perdida
es más difícil de evaluar ya que algunos productos (p.ej. herbicidas) pueden
ser compensados con cambios en prácticas agronómicas (aunque probablemente supondrán
un aumento de costes de otro tipo para agricultor y sociedad) mientras otros
tienen difícil sustitución.
Por último, el
objetivo de pasar de la cuota de agricultura orgánica del 8% actual al 25% en
2030 es bastante irrealista, requiere una reconversión radical de los
agricultores. La agricultura ecológica en la UE ha crecido notablemente, y al
ritmo de 100.000 ha/año, de manera más o menos constante desde 6 millones ha
(2002) hasta 13,8 millones (2019), es decir unas 450.000 ha/año, crecimiento
realmente impresionante. El 25% de la superficie EU27 (175 millones ha x 25% =
43,7 millones ha) supone crecer a un ritmo de 3 millones ha/año. Pensar que se
puede casi triplicar la superficie actual en 10 años y que el ritmo de aumento
multiplica por seis el que hemos venido observando desde hace 30 años es por
decirlo suavemente, poco realista.
En cuanto al
impacto en la producción ¿Cuáles son las consecuencias de convertir el 25% de
las tierras europeas en agricultura ecológica? Entramos en un territorio
desconocido porque pueden surgir problemas de todo tipo, uno muy elemental es
que los agricultores ecológicos saben que es caro y difícil conseguir abonos
nitrogenados certificados en las condiciones actuales (con un 8% de agricultura
orgánica), si pasamos al 25%, puede haber problemas de abastecimiento de
algunos insumos básicos para esta agricultura. Pero en cualquier caso, podemos
centrarnos en dos temas clave: a) la agricultura orgánica también genera
problemas de contaminación difusa por lixiviados de exceso de nutrientes ya que
es difícil pasar de un 70-80% de NUE (Biernat, Taube et al. 2020)
y b) por otro lado la evidencia disponible muestra que los rendimientos de
cultivos Orgánicos vs. Convencionales son en promedio 80% de los rendimientos
convencionales (de Ponti, Rijk et al. 2012).
Es decir, una caída de un 20%, que aplicada al 17% (aumento de agricultura
orgánica futura, 25% frente a la actual, 8%) supondría una caída de producción
de 3,4%.
La combinación de
las cuatro metas mencionadas (20% menos de fertilizantes, 50%
agroquímicos, 10% de abandono y 25% de agricultura orgánica) según los
argumentos que hemos venido dando, justifica la estimación del USDA de una
caída de producción del 12% en la UE en su conjunto.
Una vez que hemos
repasado los impactos productivos, pasamos a evaluar los impactos económicos. La
caída de producción del 12% de alimentos en la UE tiene efectos macroeconómicos
que podrían estar por un lado del aumento de los precios de un 17% a escala
europea y lo que es importante, un 9% a escala mundial (Beckman, 2020). Este
aumento de los precios a escala mundial implicaría que 22 millones de personas empeorarían
su nivel actual para caer en inseguridad alimentaria (todos ellos en países en
vía de desarrollo). Este aumento de precios a escala europea supone un aumento
de gasto en alimentos subiría hasta 153 EUR/persona (unos 600 EUR/año para una
familia de 4 miembros).
En resumen, que
como solía afirmar el premio nobel M. Friedman, “en la economía no hay tal cosa
como un almuerzo gratis”, lo que traducido a nuestro caso implica que los
objetivos políticos ambiciosos planteados por el F2F requieren de un estudio
detallado de su implementación, estrategias, impactos e instrumentos. La
sociedad en general tiene derecho (y obligación) de plantearse objetivos
ambiciosos en materia ambiental y de seguridad alimentaria, pero hay que ser
realista y buscar los medios para alcanzar estos objetivos de manera coordinada
con los protagonistas (agricultores, agrónomos, veterinarios y economistas).
Esperamos que la Comisión Europea y/o el Gobierno de España cuente con los
protagonistas para el diseño de las políticas, pero no como ‘oposición’ que es
el rol que hasta ahora contempla para el sector agrícola, sino como
protagonista.
Referencias
Beckman, J., M.
Ivanic, J. L. Jelliffe, F. G. Baquedano and S. G. Scott (2020). Economic and
Food Security Impacts of Agricultural Input Reduction Under the European Union
Green Deal’s Farm to Fork and Biodiversity Strategies.
Biernat,
L., F. Taube, I. Vogeler, T. Reinsch, C. Kluß and R. Loges (2020). "Is
organic agriculture in line with the EU-Nitrate directive? On-farm nitrate
leaching from organic and conventional arable crop rotations." Agriculture,
Ecosystems & Environment 298:
106964.
de
Ponti, T., B. Rijk and M. K. van Ittersum (2012). "The crop yield gap
between organic and conventional agriculture." Agricultural Systems
108: 1-9.
European
Commission (2020). A Farm to Fork Strategy. for a fair, healthy and
environmentally-friendly food system. COM(2020) 381 final. Brussels, 20.5.2020.
Fuglie,
K. O. (2018). "Is agricultural productivity slowing?" Global food
security 17: 73-83.
Schulte-Uebbing, L. and W. de
Vries (2021). "Reconciling food production and environmental boundaries
for nitrogen in the European Union." Science of The Total Environment
786: 147427.